La estrella de Belén
Muchos conocen la historia bíblica acerca de Jesús, el Hijo de Dios, y han leído sobre la historia de su nacimiento. Citemos esa lectura sobre ese tiempo de la natividad del niño Dios. Un tiempo que marcó un antes y un después en la historia humana, con la aparición de Jesús el Mesías, cuyo nombre quiere decir: Dios con nosotros.
En el evangelio de Mateo, se describe todo este gran acontecimiento.
“Cuando Jesús nació, en Belén de Judea, en días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos sabios, preguntando: _ ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarlo.” (Mateo 2:1-2).
Y de la ciudad de Belén de Judea, se dijo que saldría un guiador. Citando la lectura en referencia, dice lo siguiente.
“Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.” (Mateo 2: 6).
“Y la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.” (Mateo 2:10-12).
El rey Herodes, no tenía buenas intenciones con el nacimiento del rey de los judíos, el sintió temor, y envidia por el advenimiento de Jesús, un rey que no reconocía. Y Herodes quería conocer su paradero, para matarlo. Herodes, le preguntó a todos los principales sacerdotes y escribas, quienes le respondieron donde nacería el anunciado rey de los judíos, según las escrituras: _En Belén de Judea. (Mt 2:1).
Relata la historia bíblica sobre la matanza de los niños que había en Belén y en todos sus alrededores. Orden dada por el rey Herodes, en ese tiempo. (Mt 2:16-18).
Protagonizan esta historia del advenimiento del Mesías, José y María, como los padres terrenales escogidos por Dios, para tan gran acontecimiento humano, un hecho histórico sin precedentes.
Ella una joven virgen, que halló gracia delante de Dios. María estaba desposada con José, un carpintero de la casa de David. María, no conocía varón, antes de concebir al Hijo de Dios, en su vientre.
La Biblia menciona que fue enviado el ángel Gabriel por orden de Dios, para hacer el anuncio de la concepción de un hijo a la virgen María, en la ciudad de Galilea llamada Nazaret.
“_¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta.
Entonces el ángel le dijo: _María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin.
Entonces María preguntó al ángel:
_ ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón.
_ El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Y he aquí también tu parienta Elisabet, la que llamaban estéril, ha concebido hijo en su vejez y éste es el sexto mes para ella, pues nada es imposible para Dios.
Entonces María dijo:
_Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.
Y el ángel se fue de su presencia.” (Lucas 1:28-38).
Y desde hace mucho tiempo en las sagradas escrituras se anunciaba la llegada de un salvador, y profetizaban que un mesías sería concebido por una virgen. Para tan especial evento fue escogida una sencilla mujer. Ella nació en Belén. Fue una mujer judía de Nazaret de Galilea. Vivió entre fines del siglo I a.C. y mediados del siglo I d.C. Su nombre en hebreo sería Miryam, y en arameo, Marjam.
La virgen María, quedó exaltada entre las mujeres por haber sido escogida por el Padre creador, y haber podido concebir en su vientre virginal al hijo de Dios. Fue llena de gracia por haber tenido la dicha de estar cerca de Jesús, hasta cumplir su misión en la tierra a la edad de 33 años. El relato acerca de José, dice que a su esposo le fue revelado que, debía esperar y recibir a su mujer, y no la tuvo como su mujer hasta después que María dio a luz a su hijo primogénito, siendo virgen. En las antiguas escrituras se interpreta cuando la mujer decía que, <<no conozco varón.>> Es porque aún era virgen. Y así lo expresó la virgen María, al recibir el anuncio del ángel de Dios. La virgen María, fue escogida para ser la madre del Salvador.
También, al esposo de la virgen María, un ángel en revelación, le dio el nombre de su hijo primogénito. Se llamaría Jesús. (Mateo 1:24-25).
Él como padre escogido por Dios, le enseñó el oficio de la carpintería. Y este hombre fue bendecido grandemente, porque fue elegido por Dios, para cuidar de su Hijo, antes de la vida pública de Jesús.
Citemos la siguiente lectura bíblica para conocer como recibe José de Nazaret, la noticia sobre el advenimiento del Hijo de Dios.
_José, su marido, como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Pensando él en esto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: <<José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado del Espíritu Santo es. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.>> (Mateo 1:19-21)
Sobre la vida de José, dicen que murió cuando Jesucristo tenía más de 12 años. La virgen María era más joven que su esposo, se calcula que tendría menos de veinte años cuando se unió en matrimonio a él, y, se cree que su esposo falleció entre los 45 y 50 años. Es decir, cuando Jesús, tendría entre 20 y 25 años, pero no hay confirmación de la fecha de fallecimiento de José de Nazaret. Hay una complejidad histórica para determinar las fechas de los padres de Jesús, en el momento de sus muertes. Sobre María, relata la historia que vivió durante veintitrés años, después de la muerte de Jesús, en la tierra. Y fue elevada a los cielos, junto con los apóstoles de Jesús, el Mesías. Pero según las investigaciones sobre la muerte de María, hay inexactitud en las fechas, porque también algunos apuntan que la muerte fue en Jerusalén, pero también, que falleció en Éfeso. Y otros escritos, afirman que murió a los 64 años. La versión más fidedigna, es que la madre de Jesús, fue transportada a los cielos y rodeada de ángeles, pero no se menciona su edad, en el momento de la elevación al reino de Dios. Es decir, que su cuerpo no quedó dentro de un sepulcro. Mientras que los evangelios apócrifos, los no reconocidos aún por algunas iglesias o religiones, hablan de la infancia de María, y dan más detalles sobre su vida y familia que los canónicos.
En los evangelios apócrifos mencionan a sus padres: Joaquín y Ana, de edad avanzada, y que no podían concebir. Ana, promete en oración que, si logra concebir, consagrará a su hijo al servicio del Señor. A María, no se le menciona mucho en las sagradas escrituras, por la costumbre de aquellos tiempos, sobre la tradición en lo social y familiar, considerando a la mujer inferior, hasta se le prohibía hablar, en algunos eventos.
María, también, se menciona en la historia bíblica, por haber estado en presencia de Jesús, cuando fue crucificado en un madero por orden de Poncio Pilatos. Jesús, fue señalado y condenado por crímenes que no cometió. Y el pueblo prefirió liberar a un ladrón llamado Barrabas, el mismo día que condenaron a Jesús, a la muerte.
José y María, tuvieron más hijos, unidos como marido y mujer, como esposos, evidentemente. Jesucristo tuvo cuatro hermanos de sus padres terrenales. Sus nombres: Jacobo, José, Judas y Simón.
La genealogía, presenta a María y a José, como hijos de la casa de David. Quede claro que en la historia bíblica se menciona que José de Nazaret, no es el padre biológico de Jesús, el mesías. Y que María, concibió por obra del Espíritu Santo. Podríamos comparar a estos tiempos, a una adopción o crianza de un hijo no biológico. Y las profecías prometían que Cristo Jesús, descendería de la línea de David, de la casa de David. Y José, era de la genealogía descendiente del rey David. En el caso, de la virgen María, por su sangre también había descendencia de la casa de David. Y su prima Isabel, era descendiente de Aarón.
María, según las investigaciones de su genealogía, ha sido considerada como: <<el ramo del tronco de Jesé, padre de David>>, que dará la flor mesiánica. (Isaías 11:1-10). Y se identifica su linaje de la tribu de Judá y descendiente de David.
En el capítulo 12 del Apocalipsis dice: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”.
Jehová de los ejércitos prometió a su siervo David, a quien eligió para ser príncipe de Israel, que un familiar suyo sería rey de Israel. Así habló Natán a David, para cumplir la palabra de Dios. Esta profecía se conoce como el pacto de Dios con David. Podemos hallarla en el libro de 1 Crónicas, capítulo 17, del antiguo testamento.
_Cuando se cumplan los días para que vayas con tus padres, levantaré descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su trono eternamente. Seré para él como padre, y él será para mí un hijo, no apartaré de él mi misericordia, como hice con aquel que fue antes de ti; sino que lo confirmaré en mi Casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre.” (1 Crónicas 17:11-12).
Los profetas de Dios el Altísimo, también, anunciaban la llegada de un Mesías. En la Biblia, hallamos parte de la historia sobre el nacimiento de Jesucristo.
_ ¡Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu rey vendrá a ti, justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna. Él destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; los arcos de guerra serán quebrados, y proclamará la paz a las naciones. Su señorío será de mar a mar, desde el río hasta los confines de la tierra. (Zacarías 9:9-10).
_Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel. (Isaías 7:14).
_Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre <<Admirable consejero>>, <<Dios fuerte>>, <<Padre eterno>>, <<Príncipe de paz>>. (Isaías 9:6).
_ Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor de Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad. (Miqueas 5:2).
_Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos, para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz>>. (Lucas 1:76-79).
Ahora bien, las escrituras cuentan la historia acerca de Jesús, de su advenimiento, de su aparición ante la humanidad, como Hijo de Dios. Jesús, pudo demostrar que era el Hijo de Dios, hecho hombre. Y un hombre hacedor de grandes milagros, pero antes de su llegada ya Jesús había pactado con su Padre, que sería el cordero de Dios en la tierra. Es decir, Jesucristo se presentaría, se ofrecería en sacrifico por los pecados de la humanidad, a semejanza del cordero que era sacrificado en los tiempos antiguos. Jesús, antes de entregarse como hombre, como sacrificio humano, para expiar los pecados del hombre.
¿Y cómo fue ese nuevo pacto? Aquí tienen el misterio de ese hermoso momento revelado en estos tiempos por Jesús, el Hijo de Dios. Es una revelación exclusiva publicada en este blog. Llegue a todos ustedes como un hermoso regalo de navidad, porque así vamos a poder entender mejor hasta donde llega el amor del Padre y del Hijo, unidos en comunión perfecta, para salvar a la humanidad.
_El Padre un día, le dijo al Hijo: Mira como está el mundo, mira lo que hacen, mira sus obras. Su desobediencia, su rebeldía, que los llevará directo al abismo, a la condenación. Hijo amado, mira el odio que llevan muchos en sus corazones. Su sed de venganza. Su ansiedad por los bienes materiales del mundo, su codicia. Su amor desmedido por los poderes del mundo. Mira su maldad. Yo soy el creador de la vida, pero también soy el creador del amor. Hijo mío, por qué crees que dije a mi escogido hijo Moisés, que llevara al pueblo liberado de Israel a la tierra prometida. ¿Hijo, por qué los mandamientos? ¿Por qué yo liberé a ese pueblo de la esclavitud? Porque era necesario establecer un pacto entre el Creador y todo lo creado.
Yo soy, desde el principio el que quería librarles de la muerte eterna. Pero el primer hombre Adán, desobedeció, también, la primera mujer Eva. Desde ese principio el mal estaba para probar la fidelidad, y obediencia de la creación.
Jesús, tu eres mi amado Hijo, así como tienes la vida y la salvación eterna, así también quiero que la humanidad se entregue a mí, para salvarles.
_Jesús, le responde: <<Padre mío, cuanto amor sientes por tu amada creación. Gracias Padre, por tu gran amor.
Padre, recuerdo ese día, la hora, cuando te dije: Yo tu Hijo bien amado, quiero pactar contigo la salvación de la humanidad. Padre quiero ayudarte a librar a la humanidad del pecado y de la muerte. Estaba muy atento a tu respuesta. Te quedaste un momento en silencio, yo estaba ansioso esperando tu respuesta. Me respondiste: Vas a sufrir mucho Hijo. Van a perseguirte, a blasfemarte, a acusarte con falsos testimonios. Beberás la copa de su ira, de su maldad, al saber que eres mi Hijo. Porque, no van a creer que yo te envié, no van a creer en tu amor por ellos. Entonces, Padre amado, solo te respondí. Allí quiero estar. Allí quiero llevar mi voz. Allí quiero nacer de nuevo y crecer como hombre. Allí quiero salvar y liberar. No importa las persecuciones, no importa sus blasfemias, sus acusaciones. El dolor que padezco, eso no importa Padre mío. Tú me creaste, por ti existo, por ti soy lo que soy. Y siempre dijiste que uno somos. Estuve a tu lado desde el principio de la creación. Y entendí que soy la luz del mundo. Entendí Padre mío, que soy el camino, la verdad y la vida. Que de ti procedo. Y que estaremos siempre unidos en un todo. Por todo el amor que he recibido de ti, quiero recompensarlo, ayudando a la humanidad, ayudando a su salvación. Déjame hacerlo Padre mío. >>
<<Tu respondiste: Harás mi voluntad, y no tu voluntad. Siempre oirás mi voz, para hacer lo que debes cumplir en mi nombre. Y te respondí seguro de mí: cumpliré tu voluntad y no la mía. No me arrepentiré del pacto de este gran día. Y te dije: Todo lo haré por amor a la creación. Todo lo soportaré por su salvación. Todo lo haré, cumpliendo el plan de vida y de liberación para la humanidad.>> Y dijo Jesús, el Hijo de Dios: <<Yo soy el pan de vida. Soy la resurrección. El que beba de mi agua, nunca tendrá sed. Yo soy el camino, la verdad y la vida. No vine a buscar a justos, sino a pecadores. Los sanos no necesitan médicos, sino los enfermos. Venid a mí todos los que estén trabajados y cargados, los que estén cansados. Yo soy agua viva. Y mi fuente de agua es inagotable, y nunca más tendrán sed.>>
En estas fechas recordemos el advenimiento del Hijo de Dios con amor y gratitud, recordemos sus mensajes dados a la humanidad. Sintamos regocijo en nuestros corazones al saber cuánto nos ama Jesús. Examinemos las profecías, como está escrito en las sagradas escrituras. Y demos gracias a Dios en cada nuevo día. Recordemos cuánto nos ama el Padre que nos creó a su imagen y semejanza, cuánto nos ama el Hijo, y no olvidemos sus muchas misericordias, y su plenitud de amor. Siempre recordemos sus promesas, porque es un Dios de promesas y de fidelidad. Poderoso para hacer todas las cosas. Gloria al Padre, gloria al Hijo, y gloria al Espíritu Santo. Amén.
_<<Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.>> (Apocalipsis 5:13).
Nos leemos pronto. Dios les bendiga.













