La Paz, preciado valor humano

En estos tiempos llenos de conflictos humanos, donde algunos quieren imponer más la fuerza que la razón, debemos entender que la paz es fundamental para la convivencia, y para preservar la paz de los pueblos, debemos buscarla.

Cuántas guerras enfrentadas por la humanidad a lo largo de la historia, y cuántas hubieran podido evitarse con un verdadero compromiso de paz entre los hombres de la tierra.

Cuando la humanidad está basando sus acciones y sus obras para mejorar y preservar la vida humana, está edificando la existencia.

Dentro de un conflicto, la conciliación es un eje principal para llegar a un acuerdo. Convenir entre las partes un acuerdo de paz y de entendimiento, dará la posibilidad al razonamiento humano de mostrar que, la violencia no es la mejor forma de la comunicación entre los seres humanos. Porque dondequiera que se instaure la violencia en parte es la causa de los males.

Es vital que nuestro criterio propio y nuestras decisiones no sean nocivas para la especie humana, o para destruir a la humanidad, porque estamos hablando de equilibrar las cosas en el planeta. Un hermoso lugar donde habita la raza humana para nacer, crecer, vivir y desarrollarse, pero sin ser un factor de desestabilización y de destrucción para la vida en todas sus facetas y en sus distintas especies. Nosotros la humanidad toda, somos responsables de nuestros actos y de nuestras decisiones y debemos ser conscientes de ello. No hay cabida a creer que una pequeña parte de la existencia humana tome las riendas del futuro de la humanidad de tal manera que pueda decidir cuándo y cómo iniciar una guerra mundial, sin razonar ni medir con precisión los nefastos resultados contra la vida del planeta. Aún más con la utilización de armas nucleares y todo tipo de armas de destrucción masiva, armas mortíferas que pueden destruir hasta ciudades completas y extinguir la vida de sus pobladores en minutos, y causar daños irreversibles a toda la naturaleza.

Una guerra mundial sería catastrófica en todo el mundo. Y algunos voceros de las naciones del mundo van al extremo de poner en jaque la existencia humana por sus pretendidos juegos de guerras para complacencia de unos sectores exiguos. Inclusive, ven el mundo como un tablero de ajedrez, donde mueven todos sus peones para comenzar a atacar al otro y piensan que el mundo está definido así. Esto es un grave error para quien así lo concibe.

El planeta donde habita la raza humana, no es un juego entre dos o más personas que, solo sirve a los intereses de algunos gobernantes o sociedades, así como a grupos de poder en el mundo actual.

La paz que protegen los derechos humanos de los pueblos es la que se establece entre hombres y mujeres de bien, contrario de aquellos que hacen pactos y acuerdos con espadas levantadas, y con sus esfuerzos acorazados de supremacías, de pensamientos bélicos, y de acciones desfavorables y distantes del bien humano.         

Existen leyes y acuerdos tácitos, leyes escritas para hacer valer esos derechos fundamentales por la paz, pero cuántos juegan con esas mismas leyes hechas por hombres, luego las mercantilizan y la convierten el papel enmohecido, y le ponen precio para negociar leyes que supuestamente favorecen a los pueblos, pero lo que se percibe es que logran manipular la mente humana en alguna mesa de acuerdos fingidos y transitorios.

Pues bien, es necesario establecer verdaderos acuerdos de paz, y hacer valer su verdadero propósito a favor de la especie humana, y a favor del planeta todo.

La paz es el encuentro fundamental entre los pueblos, para la convivencia humana. No podemos hablar de paz con las armas levantadas apuntando al otro. El diálogo se establece entre las partes de manera justa y equilibrada, y donde la discordia no esté sentada a la orilla de la mesa, para distorsionar y entorpecer dichos acuerdos de paz.

Los pueblos se construyen más fuertes, cuando prevalece la luz de la justicia, la paz, la verdad, y andan de la mano con el vínculo del amor. Trabajando para unir a los pueblos con los buenos propósitos que ayuden a forjar un mejor porvenir para la humanidad.

La paz, trae calma a los corazones humanos. Trae armonía, concordia, reconciliación, unión para los pueblos.  Trae bienestar.

La paz no debe estar elevada en un pedestal, ni debe estar sujeta a las paredes de un palacio de gobierno. Porque la paz es un bien que los seres humanos deben tener siempre a su alcance y sin murallas levantadas por sectores egoístas e individualistas.

La paz se edifica, y se construye con amor, con sabiduría, con respeto, con entendimiento.

La paz no debe estar enclaustrada, secuestrada por unos grupos de poder, que pretenden manejarla según sus intereses, o preferencias individuales.

Ahora miremos mejor el enfoque de la verdadera paz.  Esta es la que trae tranquilidad y sosiego para la humanidad, lo contrario es la guerra que lleva muerte, destrucción, inestabilidad para los pueblos.

Un ser humano no puede decir que se siente verdaderamente feliz, satisfecho, equilibrado, estable, seguro, y confiado, viviendo dentro de un ambiente de pugnas y de guerras a su alrededor.

Teniendo en cuenta que el mejor estado para la convivencia humana es la paz, miremos más cómo podemos consolidar la paz desde cada espacio de convivencia diaria.

La visión del Dios creador.

Bajo su enseñanza entendemos que Dios creó al hombre con amor. A su imagen y semejanza nos creó. Pues bien, es un Dios que nos mira con amor, y también nos mira en nuestras acciones diarias, en nuestras obras, en nuestros frutos, en nuestros pensamientos. Así que, entendamos con sabiduría que toda vida humana está siendo examinada y revisada cada día. Es decir, ante su grandeza y su gran poder, ante su mirada nada está oculto. Es y será siempre el Todopoderoso.

El Dios verdadero y eterno, sobretodo mira y escudriña nuestro corazón. Corazón que fue creado por sus amorosas manos, para el bien humano.

La paz en retribución es estar en paz consigo mismo, y en su más profundo significado, es estar en paz con Dios, nuestro gran hacedor.

La paz es estar en equilibrio y en armonía con nosotros mismos, porque es la ausencia de contiendas y de conflictos que van a redundar en un estado óptimo de bienestar individual.

La paz tiene un propósito ideal de crear prosperidad a la humanidad. Sobre todo, es un propósito de Dios para su amada creación.

Tiene relación la paz, el perdón, el amor, y el respeto para alcanzar la felicidad y el equilibrio humano. Sí, es así, porque al estar dentro de las relaciones humanas ayuda a evitar los conflictos, celos, contiendas y los enfrentamientos infructíferos.

La paz del mismo modo, busca el equilibrio que da crecimiento al individuo. Y debemos buscar, en principio, el amor que es un deber humano que da frutos. Y el odio es como una raíz de amargura, y cuando se arraiga dentro de un ser, lo carcome, y da frutos empobrecidos en los seres humanos. Que al final no traerá bienestar ni felicidad a su vida.

La paz mundial que espera la buena humanidad es la verdadera y duradera, y no es la paz mundial de acuerdos banales y ficticios.  La paz más anhelada por la sabiduría humana, es la que perdura en el tiempo.

El único y verdadero Dios de paz, acordó un pacto de reconciliación y paz con la humanidad, a través de su amado Hijo Jesucristo. Miremos en las sagradas escrituras, lo que nos enseña con sabiduría la palabra.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:7).

Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. (1 Juan 4:7).

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca los suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará. En parte conocemos y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido. Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (1 Corintios 13:1-13).

El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor. (Romanos 13:10).

Porque el amor es el vínculo perfecto de Dios, para su amada creación.  Dios Padre mostró su amor desde el principio de nuestra creación, no lo olvidemos.

Tampoco olvidemos la doctrina que su amado Hijo Jesucristo mostraba al mundo. Jesús mostraba con su ejemplo, con su palabra, con sus obras, el amor del Padre y el amor del Hijo, trabajando juntos por la creación. Y donde prevalecía el amor y el perdón, la paz y la justicia, la verdad y la vida, sobretodo el perdón de los pecados del hombre, para salvación de la humanidad.

Después de la llegada de Jesucristo, algunos interpretan con sabiduría la enseñanza de Dios a través de su amado Hijo, pero otros actúan como niños inmaduros, soberbios y rebeldes, y se ufanan en su propia doctrina, y no en la enseñanza que procede de lo alto, la cual no tiene palabra corrompida.

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice:  <<Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.>>

Y eso de que <<subió>>, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas: a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4: 7-13).

Jesús de Nazaret, cuando anunciaba la paz para la tierra y con sus sabias palabras instruía a multitudes que le seguían. Jesús, un verdadero Maestro del amor, de la paz, de la verdad, del perdón. Un verdadero líder mundial que sobrepasa todos los tiempos

Y sus apóstoles, al saludarse decían: “la paz sea contigo” o “la paz sea con ustedes”, saludo de buenos deseos para con su prójimo. Y cuando Jesús derrotó la muerte, ya resucitado aparece a los discípulos, se puso en medio de ellos y les dijo: _¡Paz a vosotros! (Lucas 24:36).

Ahora bien, la revisión humana debe ser una fuente de aprendizaje y de crecimiento entre nosotros mismos como creación de Dios. Después de esto, debemos entender que fuimos creados a imagen y semejanza de un Dios muy sabio y perfecto. Y revisarnos desde adentro de nuestro corazón y de nuestro pensamiento, es importante practicarlo en nuestra vida. Reconozcamos con sabiduría, y con el conocimiento pleno de la verdad. Y aprendamos con su palabra, lo que Dios Padre y su amado Hijo Jesús el Mesías, quieren de la creación humana.

Dios no nos ha puesto para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quién murió por nosotros para que sea que vigilemos o que durmamos, vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo están haciendo. (1 Tesalonicences 5:9-11).

Nos leemos pronto. Dios les bendiga.

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